Trabajo sobre 'El hombre que confundió a su mujer con un sombrero' de Oliver Sacks, por Vanessa B. W.

El primer capítulo que he elegido para este trabajo se titula Poseídos.

De manera breve, trata sobre los pacientes que sufren una variante extrema del síndrome de Tourette, al que Sacks se refiere como "supertourette".
Mientras que los casos que conforman el catálogo médico al que el autor está acostumbrado se hallan siempre confinados a las paredes de instituciones y hospitales, este caso en cuestión tuvo lugar en las agitadas calles de Nueva York.
Una anciana protagonizó un frenesí de gestos, muecas, espasmos, mil y una imitaciones de todos los transeúntes que pasaban a su lado. En menos de dos minutos, fue capaz de "captar" las expresiones de aquellas cuarenta y tantas personas, que no daban crédito a la "posesión" de la que la mujer era víctima.

Esta forma maligna del síndrome de Tourette, amenaza con desintegrar casi por completo la identidad de la persona que la padece, incapacitando su integración y la posibilidad de ser su verdadero yo, bajo la presión de una sociedad que valora la uniformidad, y del mismo individuo, que queda sumido en el caos de sus impulsos tourétticos.
Como ya he señalado, conduce a comportamientos que podrían describirse como "posesiones"; claro que, en realidad, sabemos que este síndrome es una afección que afecta al sistema nervioso, desencadenando una serie de tics, de los cuales se desconoce la causa (únicamente se sabe que es un trastorno genético).

¿Pueden esos tics llegar a controlarse? Algunos pacientes consiguen detenerlos o contenerlos, pero con gran esfuerzo; en la mayoría de los casos, la persona siente alivio cuando éstos se presentan ya que, antes de experimentarlos, padecen sensaciones corporales incómodas, como tensión, picor, cosquilleo...

Por desgracia, aunque sí que hay pacientes que consiguen vivir con la enfermedad hasta cierto punto y llevar una vida sana, otros desarrollan serios problemas de autoestima al no ser capaces de manejar sus comportamientos involuntarios.
El síndrome de Tourette está asociado a otras enfermedades mentales, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la depresión y la ansiedad, entre otras.

Después de leer este capítulo, me siento conmovida por aquellas personas que padecen este síndrome. No solo por su incesante labor a la hora de llevar una vida normal, sujeta a los repentinos arrebatos de la enfermedad, sino por su capacidad de adaptación en un mundo que ridiculiza lo diferente. Sinceramente, no sería capaz de imaginar una realidad en la que mi propio cuerpo me obligue a realizar gestos y movimientos en contra de mi voluntad.
Sin embargo, citando a Sacks, "la capacidad de supervivencia, la voluntad de sobrevivir, y de sobrevivir como individuo único e inalienable, es, no cabe duda, la más fuerte de nuestro yo".


El segundo capítulo del que me gustaría escribir es Nostalgia incontinente.

El caso que se trata en esta parte del libro es especialmente curioso.

Una paciente con parkinsonismo postencefalítico progresivo de sesenta y pocos años, que llevaba hospitalizada veinticuatro en una especie de trance oculogírico, empezó un tratamiento con un medicamento llamado L-Dopa. Al principio, este revolucionario tratamiento permitió que su movimiento y habla fueran casi normales. Sin embargo, pronto comenzaron otros efectos. La paciente parecía recordar, milagrosamente, eventos de su juventud en los años 20, así como comportamientos, coloquialismos obsoletos, canciones, chistes, que parecían haber estado reprimidos desde que se presentó la enfermedad. Dada su agitación, los médicos se vieron obligados a reducir la dosis de L-Dopa, y la paciente volvió a olvidar todos aquellos recuerdos lejanos.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo, es decir, provoca la muerte progresiva de las neuronas de las distintas estructuras nerviosas. Así pues, la pérdida de memoria se presenta como parte de ese proceso. Por otra parte, aunque puede parecer lo mismo, el parkinsonismo es una manifestación de la enfermedad de Parkinson o incluso de otra dolencia (por ejemplo, una encefalitis o inflamación del cerebro), así que se trata de un síndrome.

La L-Dopa, originalmente llamada levodopa, actúa en el sistema nervioso central, ayudando a metabolizar la dopamina, un neurotransmisor que hace las funciones de mensajero entre neuronas, controlando las respuestas mentales, emocionales y motoras. En el caso de esta paciente, sus efectos pueden producir una recuperación asombrosa de estímulos, vivencias, conductas, etc. Aunque hay que tener en cuenta que, acompañada de éstos, se produce también una excesiva agitación, una euforia que puede costar manejar después de tanto tiempo sin haber experimentado tan alto nivel de claridad mental y movilidad física.

Esta enfermedad llega a ser tan incapacitante que supone un inmenso deterioro en la calidad de vida de los que la padecen, afectando no sólo a su día a día, sino también a sus familiares y allegados, ya que necesitaran ayuda y cuidados para muchas, si no la mayoría, de sus tareas cotidianas.


Las enfermedades mentales son un asunto muy serio. Hoy día parecen estar cobrando la importancia que merecen, creándose campañas de concienciación sobre temas que antes hubiesen sido tabú, como por ejemplo el suicidio.

Es fácil que éstas pasen desapercibidas pues vivimos en una sociedad en la que se valora más la productividad que el interior de nuestra mente, un lugar del que nunca salimos, que abarca toda nuestra realidad, y que muy fácilmente puede ser distorsionada por pensamientos negativos intrusivos que provocan ansiedad, baja autoestima, depresión...

Ante cualquier síntoma que se vuelva crónico y pueda llegar a impedir el desarrollo de una vida normal, el individuo debe plantearse acudir a un profesional, recurso que en la actualidad se está normalizando, pero que ha sido rechazado durante décadas.

Es hora de empezar a anteponer nuestra salud mental a las expectativas, al dinero, al éxito...

Y saber que no es malo pedir ayuda. 

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